y de repente me encontré navegando con sensaciones desconocidas para mi, la droga que el médico prometió crearía un impacto muy positivo en mi vida, comenzaba a funcionar sin siquiera probarla, las vibraciones y texturas que experimentaba sin conocer por donde y como llegaría, generaban ondas eléctricas que excitaban todo en mi interior, produciendo dopamina “de la buena”.
el efecto placebo empezaba con la reacción y la justificación que mi cuerpo necesitaba, los receptores de mis neuronas, ansiosos de alguna esperanza, volvían a abrirse, deseando que esa nueva sustancia inundara sus células y las embriagara de felicidad, que en esta ocasión sería química, algo que nunca había probado y que me prometí a mi mismo jamás probaría, por esta vez, tenia una receta firmada y sellada por alguien reconocido y aceptado en la sociedad, que con tan solo 2 hrs de tiempo efectivo, había creado en mi un nuevo concepto de mi mismo y de los alcances y dimensiones que podría llegar a alcanzar, solo con el poder de la mente, fuerza de voluntad y ohh si, ELLAS.
la espuma se fue como por arte de magia y llegaron las palabras, estas que hoy aquí me dicen que algo nuevo esta por llegar, que a mis casi 30 tengo la oportunidad de empezar de nuevo, aferrado a una píldora, que según me dicen, sacará lo mejor de mi, sin efectos secundarios ni arrepentimientos con lagunas mentales extensas, el desgaste físico que siempre acompaña la inspiración y la embriaguez que genera el que pueda ser parte de la sociedad, a la cual, tengo que aceptar, le perdí el gusto hace bastante tiempo; todo por una módica cantidad y con la comodidad de que las traen a la casa y no corro ningún riesgo de ser encarcelado ni juzgado, tampoco nunca estarán escazas y la calidad siempre será la misma; Señor Oficial, la risa es legal, aquí tengo la receta que me permite ser feliz.
lo confieso, estoy ansioso por la primera dosis, primero tengo que tomarle una radiografía a mi cerebro, después mundo, allá voy!!!
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